Que el fín del mundo te pille bailando.

martes, 6 de septiembre de 2011

Tan desobediente como el viento de poniente.

En vez de mirar al cielo me puse a medir el suelo que me tocaba de andar, y nunca seguí el rebaño, porque ni el pastor ni el amo eran gente de fiar. Siempre fui esa oveja negra que supo esquivar las piedras que le tiraban a dar y entre más pasan los años más me aparto del rebaño porque no sé a donde va...


Marea.

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